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Caperucita

La verdad es que la caperucita
no estaba aún madura
para tus insinuaciones,
lobo.
Aún se hallaba jugando a la muñeca
consigo misma;
aún su matriz, con pobre aleteo,
se moría de envidia por las cigüeñas.
Aún sus senos
eran pequeñas colinas
incapaces de producir todavía
el mal de montaña.
En realidad, cuando llegó a tu lado,
y puso ante tus dedos el abismo
de la tentación,
cargaba en la entrepierna
remilgos de virginidad. 74
IDENTID

(2012)

#EscritoresMexicanos En Folleto de descuido imposible lo un

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