Quiero hacerme a la calle a protestar.
Aunque sea una marcha de una sola persona,
una conspiración minúscula,
la perfectamente ridícula guerrilla
de mi furor casero.
Avanzaré con el puño en alto,
coreando, solo, consignas incendiarias
contra el imperio, la explotación ambiente,
las turgentes banderas
donde se ha desteñido la esperanza
y el rojo se agazapa en el rosado.
Avanzaré, resuelto,
la pancarta adolorada de mi frente,
yendo desde mi audacia al mismo zócalo,
desdeñando la zarpa granadera
que me puede arrojar a promover
un plantón energúmeno
de lágrimas forzadas.
Haré al final un mitin rapidísimo
donde hablará un relámpago.
Y me iré a recoger allá en mi alcoba.
allá en mi soledad,
allá en la madriguera, en fin, del yo,
para depositar sobre la almohada
la destrucción del mundo.