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Mendrugo de sol

Los desencuentros eran rutinarios.
El pan amargo de cada día.
En una ocasión
  con la carne viva torturada por la intemperie
no pude más.
Salí a buscarte.
Antes de que amaneciera
  cuando el pico de los gallos aún se hallaba
  rodeado de bruma
llegué al pie de tu departamento y me instalé bajo su
                                                                        [ventana.
Tenía tanto pero tanto frío.
Me castañeteaban los dientes
y tiritaban todas
mis vivencias.
Al gélido ambiente habría que añadir
la corriente helada que provenía
de tu ventanal cerrado.
Las persianas   empeñadas en su negativa
no dejaban entrar ni salir
el menor mendrugo de sol.
Se abrió de pronto la ventana.
Mi corazón dio un pequeño vuelco
y se mudó de sitio.
 
Tú sacaste la mano e hiciste un ademán
que ordenaba el mundo
y mi inmediato acercamiento.
Corrí hacia ti.
Salvé los escalones como si no existieran.
Volé hacia mi debilidad
con alas de Mercurio
en mi talón de Aquiles.
Di con tus brazos
y en posición fetal
entré al calor inmarcesible del regazo.
Todo el frío –el exterior y el interior–
fue sólo una remembranza sometida
a abrupto desmoronamiento
cuando viví la felicidad arropado
con tus senos.

(2012)

#EscritoresMexicanos En Folleto de descuido imposible lo un

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