La camisa de fuerza me convierte
en tormenta amainada, furia rota,
turbulencia en remanso y en derrota,
preso de medio cuerpo y media muerte.
Mortaja en que el impulso se revierte
en el arder por dentro, cuando nota
que en esta celda y traje se me acota
el salir de las manos a tenerte.
Marco en que mi demencia es domeñada,
salto desde el gruñido hasta el lenguaje,
de la guerra a la paz crucificada.
Nada puede, no obstante, la cordura:
dentro del manicomio de este traje
vivo la desnudez de mi locura.