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Los caballos negros son. Las herraduras son negras. Sobre las capas relucen manchas de tinta y de cera. Tienen, por eso no lloran,
Yo sé que mi perfil será tranquilo en el norte de un cielo sin reflej… Mercurio de vigilia, casto espejo donde se quiebre el pulso de mi es… Que si la yedra y el frescor del h…
Cantan los niños En la noche quieta: ¡Arroyo claro, Fuente serena! LOS NIÑOS
En la mañana verde, quería ser corazón. Corazón. Y en la tarde madura quería ser ruiseñor.
¡Mi soledad sin descanso! Ojos chicos de mi cuerpo y grandes de mi caballo, no se cierran por la noche ni miran al otro lado,
Esquilones de plata Llevan los bueyes. —¿Dónde vas, niña mía, De sol y nieve? —Voy a las margaritas
La guitarra, hace llorar a los sueños. El sollozo de las almas perdidas, se escapa por su boca
Largo espectro de plata conmovida el viento de la noche suspirando abrió con mano gris mi vieja herid… y se alejó; yo estaba deseando. Llaga de amor que me dará la vida
Enrique, Emilio, Lorenzo. Estaban los tres helados: Enrique por el mundo de las camas;
Tierra Las niñas de la brisa van con sus largas colas. Cielo Los mancebos del aire
Viento del Sur, moreno, ardiente, llegas sobre mi carne, trayéndome semilla de brillantes
Desde mi cuarto oigo el surtidor. Un dedo de la parra y un rayo de sol. Señalan hacia el sitio
Por una vereda venía Don Pedro. ¡Ay cómo lloraba el caballero! Montado en un ágil
Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente,
Amparo ¡qué sola estás en tu casa vestida de blanco! (Ecuador entre el jazmín y el nardo).