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Silva criolla

Invitación
A un bardo amigo

1.  Es tiempo de que vuelvas:
es tiempo de que tornes...
No más de insano amor en festines,
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.
 
2.  Es tiempo de que vuelvas...
Tu alma –pobre alondra—se desvive
por el beso de amor de aquella lumbre
deleite de sus alas. Desde lejos
la nostalgia te acecha. Tu camino
se borrará de súbito en su sombra...
Y voz doliente de las horas tristes,
y del mal vivir oculto dardo,
el recuerdo que arraiga y nunca muere,
el recuerdo que hiere,
hará sangrar tu corazón, ¿Oh Bardo!
 
3.  No más a los afanes de la corte
humilles la altivez de tus instintos,
ni turbe de tus noches la armonía
falaz visión de pórticos y plintos,
y fúlgida terraza como el día.
Deja que de los años la faena
los palacios derrumbe,
donde el placer es vórtice que atrae
y deslumbrada la virtud sucumbe.
 
4.  Ven de nuevo a tus pampas. Abandonada
el brumoso horizonte
de apiñadas cumbres se corona.
Lejos del igneo monte
ven a colgar tu tienda. Ven felice,
ven a dormir en calma tus quebrantos,
y como el sol de la desierta zona
en viva inspiración ardan tus cantos.
 
5.  Guárdate de las cumbres...
Colosales, enhiestas y sombrías
las montañas serán eternamente
la brumosa pantalla de tus días.
Deja para otra gente
el gozo de mirar picos abruptos,
y queden para ti las alegrías
de ver, al despertar, alba naciente,
y de abrazar con sólo una mirada,
del Sur al Setentrión, y del ocaso
hasta el fúlgido Oriente,
la línea, el ancho lote, siempre al raso,
de la tierra natal.
 
6.!Ah! de las cumbres,
baja la nieve a entumecer las almas:
las almas que han soñado en el desierto
a la rebelde de sombra de las palmas
y bajo el cielo azul, claro y abierto.
 
7.  Libra tu juventud! el rumbo tuerce
de la fastuosa vía
en la que el vicio su atracción ejerce
y se tiñe de rosa la falsía:
donde el amor procaz vive a su antojo,
y cubierta de pámpanos la frente
celebra en la locura del despojo
parda penumbra y carnación turgente.
Si es oro la lisonja al bravo y ero
Señor– de cuantos míseros se humillan –
desprecia el arte vil, por lisonjero,
en que nombres y almas se mancillan;
y si quieres al n que no te alcance
de la vergüenza el dardo,
de igual manera que al hiriente cardo,
a la pasión venal esquiva el lance.
 
8.  Es tiempo de que vuelvas:
es tiempo de que tornes.
No más de insano amor en los festines
con mirto y rosa y pálidos jazmines
tu pecho varonil, tu pecho exornes.
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