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Para usted

A. P.

El paraíso no puede serlo sin algo con lo cual compararlo, ¿existirán entonces paraísos malos? Así como existen los ángeles que se rebelan, los hijos que se emancipan y las sonrisas de tristeza..?
Estamos para descubrirlo, o en palabras de Thoreau, “estamos para llegar a ser lo que somos” así que anda, cree en que los poemas pueden cambiar el mundo, y que en ellos las vulgaridades pueden ser adornos, cree en que besar la tierra, abrazarse con las abejas y aullar con los lobos son formas infalibles para aprender biología, cree en que tu palabra y tu actuar valen más que tus lágrimas porque la fuerza más cobarde es la de los brazos, la más fuerte la del ser.
Cree en el gran poder de la mente en momentos de amor, esa increíble secreción de dopamina, ese show fantástico de la amígdala controlando el miedo, esa cadena sináptica que se forma cuando decides abrazar.... Así que cree en el amor y no lo sientas con aquello que no permite sentir sino solo repartir oxígeno a tu estructura de carne y huesos, no hables de lo que has hecho y que puede hacerte grande, habla de lo que haces y eres de lo que configura tu grandeza, valora los silencios al verte a los ojos con alguien, (“el silencio es la mayor prueba de amor, un corazón que siente mucho habla poco” Platón). Atesora todo aquello que te genere conocimiento y no lo apuñales con calificaciones y exámenes que al fin y al cabo vinimos a conquistar el mundo, no a supervisarlo.
Simplemente... cree, sueña sin dormir, escribe sin necesidad de lápices o tinta, lee a los anarquistas y los locos barbudos como Whitman; así como lees a los bigotudos románticos como Benedetti, y tal vez un día logres primero que yo, entender la diferencia entre vida y poesía.




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