El comienzo y el fin
Gotas chicas en el ojo perfecto, sensaciones de miedo al estar delante de tanto aprecio. Solo uno es el Rey, y ya no existe. Por mi culpa. Es el largo camino que hicimos juntos el que ahora traiciona, cerebro anudado de tanta pasión. No se si es el fin o el comienzo. Es mi culpa, no lo digas o te lastimas. Las caras se juntan en la redacción inentendible. Los hechos que separan y el sol que ni habla. No sabe que hacer ni decir, solo lo mira y llora. Los dos saben su existencia, y su rincón no se ha apagado aún. Conocimientos muertos de la nueva esperanza que él redacta, con su icónico y despreciable atuendo, que dibuja las ansias del encuentro... con su par “¿Quién dijo que la lluvia se lleva todo?”. Cuando el ojo ya muerto, desea y vive el encuentro. Sus ojos de terciopelo. Solo eso él pareció ver, y más no pudo saber, lo que le deparará el destino. Yo, y solo yo, quiero ser su dueña y sirviente. Y sé, que con el anhelo y esperanza, algún día lo tendré de nuevo. “Pálidas ganas de verte”, diría, eso no quiero, y quiero que sea como aquella vez, en que comenzó a llover, y no les importó nada, más que su sabor a naranja y ellos, cautivados por el abrigo de la lluvia... ya vuelvo. Y volvió. Quizás estemos juntos, o lo estaremos, después, mañana, en un mes, en unos años. Lo que él sabe es que quiere encontrarla en el infinito y ese sera el comienzo... y el fin.
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