En mis largas noches de espera, susurros
furtivos me venian ha socorrer.
Noche tras noche, un “SER” de luz divino
con rizos dorados me venía a ver.
Con voz tenue pero clara, firme pero
suave me lo hacía saber:
“Créeme si te digo que quien tan mal te hizo, frente a ti y con mirada baja lo has
de ver".
"Que ese ¡ÁNGEL! Que esperas te lo
postrara a ¡tus pies!"
Cansado, abatido y sumergido en mi
pena..., ¡no la podía creer!
Esto sucedía una noche y otra, ¡la
siguiente también!
Yo razonada con ella, con la logica pura
de quien ha perdido la ¡fe!
Ella firme y con... ¡fe ciega! no me dejaba
desfallecer.
Y así pasaron las horas, los días y... ¡los
meses también!
Todo se precipitó de repente, el tiempo se
dio prisa, y como heraldo del destino todo lo que el ”SER" predijo empezó ha
acontecer.
El cielo, la tierra y el universo se volvió
ha restablecer.
Yo tenía mi ¡ÁNGEL! entre mis brazos...,
¡NO ME LO PUEDO CREER!