Déjame contarte una historia que un día
en tu débil memoria inscribí;
qué, Aunque al escucharla te mueras..., te
ayudará ha ¡REVIVIR!
Yo me separe, –no sin dolor– de una parte,
que nunca de ¡Tí!
Que aunque has buscado en todas
partes..., yo nunca de aquí me moví.
—Escucha con atención máxima..., si al
recordarlo tu corazón sangra..., ten por seguro que de mis labios ni una palabra
más ha de salir–.
Esperando siempre estaba para cuando
quieras venir;
Que quien de verdad te quiere nunca te
querrá ¡Partir!