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De sentires y otras rarezas ll

Carta a la dicotomía del amor

Me la pones difícil cuando tu arrogancia regresa, cuando tu mal humor me aleja, cuando no son tus besos los que yo deseo.
Siempre creí en la dicotomía de la vida y llegas tu a romper mis ideales de equilibrio, sintiéndote el dueño de mi vida o el ombligo de mi mundo.
Déjame informarte el porqué de esta carta...
Me pediste razones del porqué ella hace parte de mi, porqué tu lo haces también, del porqué no puedo amar solo a uno y me exiges que elija. Pero todo tiene su principio.
En el acérrimo intento por no amar me encontré contigo, te convertí en mi más fiel amante pues, no lo negaré, aunque pasen los años sigues despertando el sentimiento primigenio de mis pasiones. Pero te convertiste en un ser insulso, nesciente, alienado a mi.
Justo cuando la vida se me volvía un lampo de melancolía y soledad apareció ella.
Una nefelibata de destacada elocuencia, con su heurística bien desarrollada, como si estuviera dispuesta a realizar una yactura en mi intelecto. Todo en ese instante se convirtió en un tremebundo dilema en mi ser.
Su presencia a mi alrededor tenía una repercusión inefable, pues la situación contigo era cada vez más flébil y terminaste mutando para ser el sicofanta de mi amor.
No fue si no hasta aquella noche de jumera, probando el giste de tu cerveza que lo descubrí. Amaba estólidamente nuestros encuentros perennes, ella se encargaba de todo lo demás... Sentía que solo necesitaba tu corporeidad, tu mador conjugándose con el mio, tus débiles caricias en noches de arrebol.
Cuando el esplín hacia presencia, tu no estabas... Era ella, brizando mi alma y mi cerebro con su erística vida.
La aporía de mis decisiones te volvieron un collón y no te culpo, pues yo te daba las razones suficientes para que creyeras que te abandonaría.
La tronga nefelibata de la que te hablo, te gano... por mucho.
Encontré en su venusta amistad el plúrimo sabor del amor, su dilección era más fuerte que la tuya y al estar a tu lado no sentía más que la reminiscencia de su perfume, de su sonrisa, de su sempiterna energía.
Tu el cuerpo, ella el alma y yo un fragmento diminuto de puente para la perfección. Nuestras relaciones eran un experimento alquímico, no te lo niego...
Lastimosamente, la acrasia que me caracteriza me llevó nuevamente a los brazos de ella.
No te mentiré... la decisión está casi tomada no por azar sino por aseidad.
Cuéntame que tanto me conoces y te daré la respuesta que tanto deseas. ¿Sabes como me gusta el café? ¿Reconoces mis depresiones? ¿Adivinas cual es mi libro favorito? ¿Qué me gusta de esta ridícula vida? ¿cómo quisiera morir?... ¿Qué tantos amantes he tenido? ¿mis sentimientos reales? ¿mis múltiples personalidades? ¿Mis pensamientos oscuros?¿porqué me gusta tanto el vino? ¿porqué me tomo una cerveza? ¿sabes cuando lloro o porqué lo hago? ¿Acaso te tomaste el tiempo de enamorarte de mi? ¿Te tomaste el tiempo para enamorarme? Porqué ella lo sigue haciendo y sé que nunca se detendrá...
Con amor, Geraldine.

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