Los hombres del Desierto somos ra… Como la Esfinge, ocultamos las cl… Desde antes de Aristóteles conocíamos los arcanos de las plan… Amarillos, iguales a la arena,

III Estos sensibles bosques sociales d… urgen a la capacidad de mi corazón… para que entienda la amargura del… la aridez de los mineros que sacan…

Mirábanle salir de su casa lacustr… fija al pie de un gran monte seren… de su natal país, allá en el sur. Siempre guardó el sigilo de sus fugas cinegéticas,

Me derrotó la claridad. No pude resistir con mis ojos animales su resplandor, ya espadas siderale… mi último sueño el batallar elude. Mas el infierno a defenderme acude

Mirad mis utensilios de trabajo. Son humildes: cualquier cosa del s… Carbón para escribir, húmedo velo de retamas y un poco de cascajo. Con ellos cumplo mi labor de abajo…

Existe una palabra para sentir la… Lídice. Es hermosa, por su enérgico ritmo esdrújulo y trisílabo:

Lo que hallaste en la mesa, justam… no fue sino el sabor de mi ternura… un fruto sabio, un pan sin amargur… y el agua de la vida allí presente… Junté las manos y elevé la frente

Lanzo mi cuerpo a trascender sobre… cual si fuera un atún al que asedi… Fracasó mi fabular terrestre. No pude traducir el silabario de l… y le rondo mis vínculos al mar.

Montañas, sólo montañas. Soledad de cielo y campo. Nunca otra noche en mi vida como esa noche de espanto; de asolación en los aires

VII COMPAÑEROS de lucha: este cant… convocando desde los más sombríos… porque jamás seréis los constructo… si ignoráis cómo trabajan los prof…

Fui en esa casa el hijo bienamado. Cuando los otros niños se alejaban a cazar mariposas en el bosque, yo quedaba en silencio, paralítico… cual otra mariposa aprisionada