(1608)
#EscritoresEspañoles #Letrillas #Romances (44) XLIV
Cisnes de Guadiana, a sus riberas Llegué, y a vuestra dulce compañía… Cuya suave métrica armonía Desata montes y reduce fieras; No a escuchar vuestras voces lison…
—¿De dónde bueno, Juan, con pedor… —Señora tía, de Cagalarache. —Sobrino, ¿y cuántos fuistes a Al… —Treinta soldados en tres mil gale… —¿Tanta gente?—Tomámoslo de veras
Ilustre y hermosísima María, Mientras se dejan ver a cualquier… En tus mejillas la rosada aurora, Febo en tus ojos, y en tu frente e… Y mientras con gentil descortesía
Despidióse el francés con grasa bu… (Con buena gracia digo, señor Mom… Hizo España el deber con el Vando… Y al pagar le hará con el de Pena… Reales fiestas le impidió al de H…
El Cuarto Enrico yace mal herido Y peor muerto de plebeya mano; El que rompió escuadrones y dio al… Más sangre que agua Orión humedec… Glorïoso francés, esclarecido
Restituye a tu mundo horror divino… Amiga Soledad, el pie sagrado, Que captiva lisonja es del poblado En hierros breves pájaro ladino. Prudente cónsul, de las selvas din…
Oh marinero, tú que, cortesano, Al Palacio le fías tus entenas, Al Palacio Real, que de Sirenas Es un segundo mar napolitano, Los remos deja, y una y otra mano
Cura que en la vecindad Vive con desenvoltura, ¿Para qué le llaman cura, Si es la misma enfermedad? El Cura que seglar fue,
¿Cuál del Ganges marfil, o cuál d… Blanco mármol, cuál ébano luciente… Cuál ámbar rubio, o cuál oro excel… Cuál fina plata, o cuál cristal ta… Cuál tan menudo aljófar, cuál tan…
Aquí entre la verde juncia Quiero (como el blanco cisne Que envuelto en dulce armonía, La dulce vida despide) Despedir mi vida amarga
GLOSA Si ociosa no, asistió Naturaleza Incapaz a la tuya, oh gran Señora… Concepción limpia, donde ciega ign… Lo que muda admiró de tu pureza.
Parió la Reina; el Luterano vino Con seiscientos herejes y herejías… Gastamos un millón en quince días En darles joyas, hospedaje y vino. Hicimos un alarde o desatino,
Lloraba la niña (Y tenía razón) La prolija ausencia De su ingrato amor. Dejóla tan niña,
La desgracia del forzado, Y del corsario la industria, La distancia del lugar Y el favor de la Fortuna, Que por las bocas del viento
Éntrase el mar por un arroyo breve Que a recibillo con sediento paso De su roca natal se precipita, Y mucha sal no sólo en poco vaso, Mas en su ruina bebe,