#EscritoresEspañoles
Ya besando unas manos cristalinas, Ya anudándome a un blanco y liso c… Ya esparciendo por él aquel cabell… Que Amor sacó entre el oro de sus… Ya quebrando en aquellas perlas fi…
—¡A la Mamora, militares cruces! ¡Galanes de la Corte, a la Mamora… Sed capitanes en latín ahora Los que en romance ha tanto que so… ¡Arma, arma, ensilla, carga! —¿Qu…
Era del año la estación florida En que el mentido robador de Euro… —Media luna las armas de su frente… Y el Sol todo los rayos de su pel… Luciente honor del cielo,
Cierto poeta, en forma peregrina cuanto devota, se metió a romero, con quien pudiera bien todo barber… lavar la más llagada disciplina. Era su benditísima esclavina,
La fuerza que infestando las ajena… Argentó luna de menguante plata, Puerto hasta aquí del bélgico pira… Puerta ya de las líbicas arenas. A las señas de España sus almenas
Descaminado, enfermo, peregrino, en tenebrosa noche, con pie incier… la confusión pisando del desierto, voces en vano dio, pasos sin tino. Repetido latir, si no vecino,
Ciego que apuntas y atinas, Caduco dios, y rapaz, Vendado que me has vendido, Y niño mayor de edad, Por el alma de tu madre
Si ya la vista, de llorar cansada, De cosa puede prometer certeza, Bellísima es aquella fortaleza Y generosamente edificada. Palacio es de mi bella celebrada,
Lloraba la niña (Y tenía razón) La prolija ausencia De su ingrato amor. Dejóla tan niña,
Urnas plebeyas, túmulos reales Penetrad sin temor, memorias mías, Por donde ya el verdugo de los día… Con igual pie dio pasos desiguales… Revolved tantas señas de mortales,
Allá darás, rayo, En cas de Tamayo. De hospedar a gente extraña, O Flamenca o Ginovés, Si el huésped overo es
No entre las flores, no, señor don… De vuestros años, áspid duerma bre… El ocio, salamandria más de nieve Que el vigilante estudio lo es de… De cuantas os clavó flechas el cie…
Pender de un leño, traspasado el p… Y de espinas clavadas ambas sienes… Dar tus mortales penas en rehenes De nuestra gloria, bien fue heroic… Pero más fue nacer en tanto estrec…
Al que de la consciencia es del T… Filipo digno oráculo prudente, De una y otra saeta impertinente Si mártir no le vi, le vi terrero. Tanto, pues, le ceñía ballestero,
Donde las altas ruedas con silencio se mueven, y a gemir no se atreven las verdes sonorosas alamedas, por no hacer ruïdo