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Romances: En el caudaloso río

En el caudaloso río
donde el muro de mi patria
se mira la gran corona
y el antiguo pie se lava,
desde su barca Alción
suspiros y redes lanza,
los suspiros por el cielo
y las redes por el agua,
 
y sin tener mancilla
mirábale su Amor desde la orilla.
 
En un mismo tiempo salen
de las manos y del alma
los suspiros y las redes
hacia el fuego y hacia el agua.
Ambos se van a su centro,
do su natural les llama,
desde el corazón los unos,
las otras desde la barca,
 
y sin tener mancilla
mirábale su Amor desde la orilla.
 
El pescador, entre tanto,
viendo tan cerca la causa,
y que tan lejos está
de su libertad pasada,
hacia la orilla se llega,
adonde con igual pausa
hieren el agua los remos
y los ojos de ella el alma,
 
y sin tener mancilla
mirábale su Amor desde la orilla.
 
Y aunque el deseo de verla,
para apresurarle, arma
de otros remos la barquilla,
y el corazón de otras alas,
porque la ninfa no huya,
no llega más que a distancia
de donde tan solamente
escuche aquesto que canta:
 
«Dejadme triste a solas
dar viento al viento y olas a las olas.»
 
Volad al viento, suspiros,
y mirad quién os levanta
de un pecho que es tan humilde
a partes que son tan altas.
Y vosotras, redes mías,
calaos en las ondas claras,
adonde os visitaré
con mis lágrimas cansadas,
 
«Dejadme triste a solas
dar viento al viento y olas a las olas.»
 
Dejadme vengar de aquélla
que tomó de mi venganza
de más leales servicios
que arenas tiene esta playa;
dejadme, nudosas redes,
pues que veis que es cosa clara
que más que vosotras nudos
tengo para llorar causas.
 
«Dejadme triste a solas
dar viento al viento y olas a las olas.»
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