Poetas.
A los poetas les habla el universo,
eso es lo que dicen,
nos habla el universo y nos callamos
Pero aquel único, solitario verso,
gotea en luces de palabras,
en silencio de palabras,
en vocales y balbuceos, en magma aún sin lava
(la filosa piedra filósofa
va hacia la cara).
El universo se diversifica:
los poetas cantan su ignorancia,
cantan su vacío sin gracia,
cantan a la nada a gritos
o al ruido con silencio preludial.
Narran la música, construyen en las ruinas;
lombrices de lo oscuro
dándole paso a cien raíces, a mil,
a ninguna: aire bajo el aire del día.
O escalan los árboles, tan monos bienaventurados,
a saborear el fruto inmaduro,
o a masticar insectos,
o a escupir desde la cima
antes que un rayo los alcance.
Escuchan y repiten,—
loros domésticos y estúpidos salvajes—
sobre la espesura de mil colores,
onomatopeyas de los grillos,
gargantas de los tigres,
suplicas de un venado herido
cuando las aves se espantan hacia el cielo
y los grises búhos con sus sueños
dan dimensión a la noche.
Dignos de pasión y compasión;
no deben decir saber...
Un gran poeta aseguró hace tiempo
que los poetas siempre mienten;
lo aseguró con su títere literario,
con sus dedos tras un nombre.
Algunos: políticos sin pueblo;
otros: lobos logísticos;
desgarrando esas ovejas
que el espejo les refleja en la masacre.
Nada hay, en lo que hay, que no encuentren.
Están avergonzados de su secreto más profundo:
no saben lo que dicen.
La Musa es una excusa de su miedo.
Dignos de la razón aún cuando no la tienen:
dignos sin dignidad.
Tal vez no saben,
tal vez no sienten;
quizá solo canten a los sordos
o inventen otros
que son él mismo.
Préféré par...
