Loading...

De nombres y el nombre (1)

Creo haberte dicho
que en algunos lugares de este mundo
el nombre que tienes es sólo un Nombre:
te llamo a través de este, te llaman.
En otros lugares, el nombre se reduce
a una de sus partículas: Daniel deviene en Dani,
Analía en Ana; extrañamente aquellos
que te conocen, te reconocen cuando
no terminan de pronunciar tu nombre.
Apodo o pila: comodidad del sentimiento.
 
En algún lugar o en otro, diría que en la mayoría
de los sitios comunes, tu nombre remarca algún defecto
—o lo que creen ellos por defecto.
El nombre que posees o que te posee
es como decidieron nombrarte: Gorda, Flaco, Pequeña, Alto,
Negra, Blanco
y el etcétera de definiciones selectivas.
 
Como creo haberte dicho: en otros lugares,
y también en otros tiempos, el nombre era
sólo un número. Los guardias de las prisiones:
nazis y capitalistas, socialistas y cristianos,
y demás humanos—sí, humanos—escasos de sustantivos,
decidieron apresarte en la frialdad de la cuenta,
en el principio sumatorio.
 
En los lugares donde las reglas se erigían indiferentes,
la cualidad de la obediencia te nombraba también,
y alegremente: Bella, Hermoso, Valiente, Noble, Sublime,
Voluptuosa, Dama, Caballero...
Documentos incontables, documentos nominativos.
Historia de los documentos.
 
Bautizados en las palabras, nos veíamos (vemos)
en los espejos simbólicos. Ser es más de una letra,
casi una palabra, y nunca una frase, jamás el enunciado o un discurso,
o una idea, una esperanza: así nos dijeron.
 
Me llamo, te llamas, una soledad muda, una única
música
para quien a falta de palabras distintas,
escuchando lee este poema;
recuérdate,
llámate sin voz cuando te pierdan a gritos.
 
Así canta la identidad una solidaria soledad.

Liked or faved by...
Other works by Héctor Flores...



Top