Una noche en la jungla.
Empieza el fin en el instante,
la música suena como siempre:
vida, muerte, sueño del despierto
cuando el oído levanta el polvo de la espalda,
y la garganta aclara las vocales.
Sigue el mono del silencio
doblando ramas a su paso.
Era esto lo que será,
pero es temblor la lluvia en el agua,
rencor el puño en la cara,
amor los labios (y un misterio
el cual nunca responderse).
Todo sigue en este lado:
la incógnita de los umbrales,
la voz plural que enruída
la nada positiva del naciente,
las palabras que desmienten
lo inmentible
como si de lógica se tratase
los pasos en los puentes del que ríe...
El aire suena hasta en la imagen;
el ojo no distingue sombras en luciérnagas,
ni luces en su cola,
ni alas cuando flota:
cuando el ojo escucha es cuando nace el miedo.
Los aullidos en la selva,
la saliva del que come,
la sabia de los árboles indemnes,
los caracoles;
todo sucede cuando callan
aquellos que hablan al silencio aparente,
cuando hablan las bocas limpiamente
un grito desesperado
deviniendo en canto sin eco
ni lado.
Cuando el ojo escucha
es cuando ensordece el canto.
Piaciuto o affrontato da...
