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Candidez

Una pobre vieja poseia, por todo bien, un pedazo de tierra y dos vacas, cuyos productos apenas le bastaban para vivir miserablemente.
 
Un dia, las dos vacas entraron en los campos del señor, el preboste, que las vio, se apodero de ellas.
 
La buena mujer se dirigio inmediatamente al castillo a suplicar se las devolvieran.
 
Es todo lo que poseo, dijo, me vere obligada a mendigar, tened piedad de mi.
 
El preboste fue inflexible, y dio a entender que necesitaba dinero, la pobre mujer, que no podia darle nada, regreso desolada a su casa.
 
Por el camino encontrose con un vecino, a quien conto su desgracia y pidio que la aconsejara.
 
Es preciso hacer lo que el desea, dijo el vecino, teneis que untarle la mano.
 
La vieja, que era muy candida y sencilla, no entendio la malicia, y, siguiendo el consejo tal como se lo habian dado, metio en su bolsillo un pedazo de sebo y volvio al castillo.
 
El señor se paseaba delante de la puerta, con las manos en la espalda.
 
La pobre vieja avanzo dulcemente, en puntillas,  y se puso a frotarle las manos con sebo.
 
El señor, estupefacto, se volvio para preguntarle que estaba haciendo.
 
Ah, monseñor, grito ella poniendose de rodillas, el preboste ha capturado mis dos vacas en vuestro prado y me han dicho que, si quiero volverlas a ver, tendre que untarle la mano.
 
Yo venia para eso, pero al veros en la puerta, a vos que sois el señor, he pensado que mereceriais mas que el que os untara la vuestra.
 
El señor rio mucho de la ingenuidad de la pobre vieja, le hizo devolver las dos vacas, y le regalo, para alimentarlas, el prado donde las habia capturado el preboste.

(1997)

#Cuento

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