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Floreció el iris entre tus piernas

El iris florecido entre tus piernas,
tiene los tonos del amanecer;
y deleite mi boca al comprender
que en ese jardín tú ya no gobiernas.
 
Luminosas se vuelven tus cavernas,
cuando el rayo cruza tu anochecer
¡Comparadas con morir de placer,
que poco valen cien vidas eternas!
 
Mi lengua ciega, intuye los caminos,
que conducen directo a las llanuras
adonde se marchan los peregrinos.
¡Ay adonde se marchan los peregrinos!
 
Van en busca de tu húmeda figura;
mas ellos, sólo tuercen al destino,
porque soy yo quien reina en tu cintura.
¡Ay el soberano rey de tu cintura!

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