¡La bala no es la loca señores!
A Baltazar
“Ha muerto un niño en La Pintana. Una “bala loca” sería la causa”
“Una “bala loca” atravesó la cabeza de un niño, mientras dormía junto a sus padres”
¡Pero cuanto abuso de las palabras!
No es la bala la que enloqueció señores periodistas;
loco no puede estar un trozo de plomo;
loco está aquel que apretó el gatillo y condenó a muerte a un angelito de nueve meses
¡De nueve meses mierda!
¡Loco estás de odio!
¡Loco por el veneno que te corre por las venas, maldito asesino!
Pero el tirador, señores, no es el único loco;
acusen también al que segrega,
al que excluye,
al que aparta,
al que expulsa,
al que condena a miles a dormir bajo lluvias de balas.
¡Al que arranca las flores para sembrarlas en el basurero!
De nada sirve tu fingida congoja frente al televisor.
¡No vas a volver a la vida al angelito desde tu trono, hombre hipócrita!
Y es que nada lo traerá de vuelta:
Ni las oraciones,
ni los golpes en el pecho,
ni los lamentos,
ni la indignación.
Menos aún estos versos tan mediocres.
Pero a pesar de mi irrelevancia,
me atrevo a exigir, a todo aquel que escriba o hable sobre este horror inconmensurable, que deje claro lo siguiente:
¡Que la bala no es la loca señores!
"Bala loca” se llama en Chile, a una bala que da en un lugar distinto del que pretendía el tirador. Su uso es frecuente entre los periodistas amantes de la imagen banal y directa.
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