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La ciudad vertical

La ciudad vertical no es un ghetto; así la llaman solo los clasistas y los ignorantes. La ciudad vertical es, ni más ni menos, lo que cualquier otra ciudad: una colección de ilusiones y decepciones. Lo cierto, es que posee atributos que la diferencian (sin entrar en juicios de valor) de la ciudad horizontal. Describo aquí algunos de ellos.

En primer lugar, su distribución matricial facilita los cálculos poblacionales; la multiplicación del número de pisos, por el número de departamentos en cada uno y por el tamaño promedio de una familia me entrega, por ejemplo, la población estimada de esta inquieta ciudad: 4000 almas.

En segundo lugar, tiene una representación visual instantánea; pero a diferencia de una fotografía o de un video, una totalmente dinámica. Contemplar a una multitud desplegada en el espacio no es algo común. Se me dirá, que existen innumerables ejemplos que contradicen esta última aseveración. Por lo mismo, debo aclarar el punto: lo que no es frecuente, es ver simultáneamente a centenares de personas inmersas en la nada. En un estadio, la multitud grita; en un concierto canta; en una fiesta baila; en un restaurant come; en un mall compra; en un cementerio se pudre. Pero en estos balcones la gente no hace nada —bendita doble negación del español que desafía a la lógica pero que enfatiza la nada.

No hay algo más perturbador y al mismo tiempo excitante que espiar a mis vecinos deambulando sin sentido por sus jardines flotantes. Estoy seguro de que la nada se revela de la misma forma en cualquier ciudad vertical, de cualquier rincón del mundo: en un cigarro fumado a medias, en una conversación con un perro que le ladra al vacío, en una mirada que busca algo que jamás aparece.

Finalmente, y relacionado a todo lo antes dicho: la observación de este mosaico humano genera, por lo menos en mí, una extraña e inesperada sensación de trascendencia. En esas fugaces muecas de angustia descubro la manifestación misma de la nada. Y por unos segundos, yo también me sumerjo en ella, cargando en la espalda todo el mundo que me rodea.

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