La danza de las cosas
Para que las palabras floten como veleros en la copa,
para que la sangre se ilumine en la mesa de la noche,
para que el papel se duerma en la sombra de tus manos,
para que el candelabro se devore la manzana prohibida,
para que la roca se apague en la sima de la corriente,
para que el teléfono grite su verdad en el silencio,
para que el toro llore frente al retrato de la flor caída,
para que el ojo te devuelva la mirada secuestrada,
para que el espejo refleje el ojo, en el ojo que lo observa,
para que un libro baile en las calles de Nueva York,
para que el amor se deje encerrar en una caja.
Para ver todo aquello que nunca ha sido visto,
mira a cada cosa danzar en su propio tiempo.
Y en esa mirada de universo,
de recién nacida palabra y verso,
las cosas nunca más serán las cosas,
sino amantes que se besan y bailan,
desnudos y entregados,
a las húmedas manos de la noche.
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