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Paredón

A mi bisabuelo Buenaventura Morales Criado, fusilado el 20 de febrero de 1937 en Santo Domingo, Málaga

¡Buenaventura Morales Criado!
¡Al paredón!
 
¿Cuántos paredones más habrá en esta ciudad,
de negro silencio amanecida?
 
¿Cuántos hombres como yo,
caminarán a ciegas por estas calles rectas,
para recibir en el pecho a la injusta muerte?
 
Más allá de esta celda húmeda y lúgubre,
escucho el murmullo de los hornos que ya cuecen el pan malagueño;
Y a lo lejos, entre las colinas verde oliva,
puedo oír el látigo metálico de los fusiles
sacudirse contra la carne dura de campesinos,
obreros,
maestros y poetas.
¡Pueblo noble condenado!
 
Tan hondo es el silencio de esta madrugada,
que hasta escucho los cuerpos caer,
uno junto a otro,
como piezas de dominó sobre la piedra.
 
¿Cuántos poemas se dejarán de escribir?
¿Cuántas melodías se apagarán entre silbidos de ametralladora?
Algún día, esta tierra devolverá la sangre derramada convertida en flor:
Jacinto púrpura,
clavel rojo perfumado,
geranios, gitanillas y narcisos.
¡Todas las flores!
 
A través de los agujeros de bala,
grabados en las piedras enmohecidas de este muro de lamentos,
veo mi casa.
Te veo a ti mujer, mi compañera.
¡Veo a mi dulce Anita besando mi mejilla,
al volver del campo sembrado!
¡Veo a mi pequeño Joaquín
burlando con su capote mi embestida de toro viejo!
 
Dime, Buenaventura:
¿Qué fue lo último que pensaste frente al paredón?
¿Qué pensamiento cabe en la cabeza del hombre,
cuando tiene la muerte a sus espaldas,
vestida con traje negro de verdugo?
¿Cómo se agita el corazón,
cuando el estallido de pólvora y metal hace temblar al silencio?
 
¿Escuchaste cantar al jilguero?
Dicen que el jilguero canta fuerte,
más fuerte que las balas,
más fuerte que cualquier sonido que se oponga a su canto madrugado.
¡Estoy seguro de que lo escuchaste cantar,
mientras escribías tus últimas palabras!
 
"Queridísimos padres y hermanos:
Estas cuatro letras, las últimas que os escribo,
son tan solamente para deciros que me perdonéis,
por todo cuanto os he hecho sufrir;
Muero tranquilo,
porque sé que mientras vivan ustedes,
nada faltará a mi amada esposa,
ni a mis hijos de mi alma y de mi corazón.
Me despido de todos ustedes,
con muchos millones de besos y abrazos para siempre".
 
Adiós y muchas veces adiós...
 
Buenaventura Morales
16 de febrero de 1937
¡Viva Cristo Rey!
 
¡Ay, Buenaventura!
¿Cómo puedes tener el alma tan tranquila?
¿Cómo puedes aceptar así a la muerte inmerecida?
¡Sabiéndote amante de la vida!
¡Sabiéndote inocente!
 
Por debajo de la venda,
veo un valiente brote de jacinto que florecerá en primavera.
¡En él, dejo mi alma entera!
 
¡Preparen!
Ya estoy preparado.
 
¡Apunten!
Apunten bien a este corazón tranquilo.
¡Apunten bien perros obedientes,
que este es mi último suspiro!
 
¡Fuego!
Silencio.
 
Silencio en Málaga,
silencio en Andalucía,
silencio en toda la España.
 
Solo el silencio.

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