La tarde en que me vaya
será infantil;
y un rayo de sol
jugará en los rincones.
La tarde en que me vaya
me soltaré al fin
de esta tristeza;
y habrá dentro de mí
una libertad blanca,
desconocida;
una gran luz.
La tarde en que me vaya
daré media vuelta
y veré a mi padre
reir con dolor,
y en sus ojos habrá soledad.
Pero la paz
será en mí perfecta,
como ahora que escribo estos versos,
que han saciado mi corazón.
Ingrid Zetterberg
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Agosto 2,016