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Preciada agua... amada tierra...

Tierra que sangras
y de maltrato te lamentas;
y se abren en tu seno
grietas profundas y extensas.
 
Tierra soleada y yerta
que te resquebrajas
en tu angustia desolada.
La insana humanidad
te ha clavado una saeta.
 
Agua que emanas
de la tierra,
serás el oro y la riqueza
de las futuras eras.
 
Al ganado
en los arroyos abrevas
y fluyes sobre valles
bañando la siembra.
 
Tierra fértil
de frondosos bosques,
que en incendios forestales
con dolor se queman.
 
Tus raíces de amargura
están expuestas
por la acción solar
y los rayos ultravioleta.
 
Oh, tierra dormida en tu silencio
que sueñas con cobijar a tus hijos
como antes, en otras épocas.
Mas la humanidad no te cuida,
no te ama, no te respeta.
 
Y en los países lejanos
el agua preciada
poco a poco se seca;
y donde antes habían lagos
hoy el desierto impera.
 
Agua pura
que de las montañas
te deshielas;
no volverás a teñir de blanco
las extensas cordilleras.
 
Tierra amada y señera,
que con el trigo de los valles
nos alimentas;
hoy luchas contra la humanidad,
tu enemiga eterna.
 
Agua que das de beber
a los cansados en la senda;
agua dulce y cristalina;
regalo de la tierra
hermanada con la vida,
aún en las cascadas resuenas.
 
Vivificante líquido
que estarás ausente
de muchos hogares
en los años que se acercan.
 
Porque el hombre
en su inconsciencia
no ha sabido valorarte
y hoy que escaseas en la tierra;
agua translúcida,
el humano se desespera.
 
¡Y quién sabe
si algún día por la sed
y el afán de obtenerte
oh agua deleitosa,
habrán guerras!
 
 
Ingrid Zetterberg
 
Todos los derechos reservados
S.C. Cta. Nº 1107040430657
17 de setiembre 2,016

De mi poemario "El azul de la vida"

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