La tristeza fluye
como aguas turbias
que descienden
de tu entraña impura.
Dolor, gota a gota,
que golpea mi soledad.
Palabras y voces ajenas
que envenenan.
Bocas injustas
que se ensanchan
para latiguear
mi hambre;
¡y no hallar la saciedad!
La tristeza es ola fiera
que avanza
y se filtra por grietas
sedientas de paz.
Todo lo abarca;
todo lo asfixia
hasta oxidar los huesos.
Extiende su moho
y unta de negro
lo que antes era pureza.
Presencia indigna;
labios de acero
de espaldas a mi alma.
Aléjate
hacia tus secos páramos...
antes que te alcance
de mi Dios la venganza.
Ingrid Zetterberg
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14 de setiembre 2,016