El peso de tu nombre, la desdicha, el padecerte a solas, el no morirme de repente.
El hormigueo de las manos, deshacerme de cada palabra que lleva tu nombre;
Despierto siendo niño una mañana, arropado en el olvido intransigente
me cuesta gritos mantenerme cuerda, el no poder salirme de mi misma.