Desaparecí. Doblé la esquina del adiós, Creí tu “no pasa nada” Y enfilé mis pasos Hacia cualquier lugar

Trece rosas, trece Que tuvieron la mala suerte De creerse jóvenes y libres En un jardín de señoritos, Segadas vilmente por manos

Cae la noche Y siento que me abraza, Hasta cubrirme, Tu negra cabellera. La luna es tu ojito derecho

Leves como chispeantes átomos Bailando en el dedo de Dios, Como la espuma efervescente De la séptima ola, Sin rémoras ni lastres,

Ya no quedaba ni el eco del eco del eco de la última palabra

Son tus ojos radiantes estrellas, y como lunas de nácar son tus dientes –menos uno–. Cada vez que sonríes nace una civilización alienígena.

El tiempo vuela Y sobre él he cabalgado Como una quinta plaga. No he obviado pecado En las siete Capitales,

¿Vamos a vivir siempre en penumbra, o abriremos las ventanas para que los rayos de sol bañen nuestra amada flor?

Viejo amargo y desahuciado, ¿Qué mal hiciste a tu hija, Que en mis carnes se ha vengado? Anciana señora que rehuiste Las batallas de tu ahijado,

Me regalo mis días para andar, Unos zapatos de mi talla, El camino que quiero, Mi amor y mi duelo, la soledad. Unas gafas de sol amplias,

No desprecies a las hormigas Cuando vueles como un faisán, Y cuando te toque arrastrar Tus huesos por el fango, Recuerda que hasta el gusano

Para nacer en ti he nacido, Para abrir mis ojos a los tuyos, Y así lanzar mi grito primigenio Asido al cordón de tu mano. Para nacer en ti he nacido,

Creo en el Cosmos todopoderoso, En la unión de contrarios Mediante la síntesis. Creo que la religión, la magia y El materialismo son interpretacion…

Ordenando mi casa ordeno mi mente. Limpiando mi casa limpio mi alma. Vaciando mi casa

Me volví a los bosques del Norte A aullar a la pálida luna, A cazar solo, lo necesario, A limpiar el alma de escombros. Atrás dejé a Tormenta