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El vacío que llene con la gloria de mi muerte.

Morí entre sabanas impregnadas de terror,
caían mis ultimas lagrimas de dolor,
¿Era esta yo?,
mi felicidad se desvaneció.
 
Hacia pensamientos sobre mi muerte,
divina sería,
cruelmente me mentía;
el vacío con la gloria de mi muerte, lo llenaría,
era una dulce agonía me decía.
 
Sonaba como un fin en mi cabeza,
un renacer que diluía mi tal dañada pereza,
pero me eleve con el más grande que mi conciencia halló,
el que arrebata el ago,
el que extingue las llamas de mi cuerpo.
 
Hierbe la fiebre de mi cerebro demente,
de este mi propio aroma efervescente,
 
Sentir eternamente,
deseaba con gran calmoso aliento,
mi nariz el dulce rojo absorbería del amor flamante.
 
¿Podría sentirme más desdichada?
¿En dónde estaba aquel padre que tanto deseaba?
que como la luz, me abandonaba,
o como los cometas que a lado del sol solo orbitaban.
 
Era yo o era mi corazón,
era la razón o es que había perdido mi ilusión,
reencarne,
Deleite y me bañé entre cristales de noche.
 
Mi pecho rígido y agitado, helado y desnudo,
esas veces que la piel dulce profane,
acarreaba la escasa abulia dentro,
 
¿Por qué tenía que ser yo la mujer que da aliento?,
la que salivaba mentiras con cualquier descontento.
 
harta ante cualquier imperfecto,
mis obsesiones mis demonios internos,
llega lento,
tragándose todo lo que hay por dentro.
 
De la tierra nací de la tierra hastío vivo,
que más me creía que un ruiseñor que recita,
más por las noches escondida entre la penumbra
de la vida.
 
Ceñida en esta creación divina;
desteñida, sin vida,
con numerosas salidas.
 
Y yo con tremenda alma partida,
maliciosas llamas del volcán,
siento caliente, ¡Quiero estallar!
quiero vomitar;
hasta el espíritu encontrar.
 
Vidas no perpetuas,
mi profundo día,
mi querida vida.....

u

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