Ya de piedra erosionada de últimas
gotas de mar son mis principios.
Soy el ladrón de las pócimas mágicas,
las que quedan bien en los escaparates
camino de la fábrica de hiel.
Me desmemoria el viento enfadado,
me arrancan los pétalos los suicidios
de la historia envuelta de alzheimer.
A veces me acuerdo de que existes
en los laberintos enredaderas
que trepan por los versos.
Todo es a ráfagas, como los truenos
que sirven para ver. La lluvia
a veces me sonríe, algo es algo.