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CRONOPIÁCEOS

Un Cuerpo Celeste

el electricista tocó y tocó el timbre de casa, siempre sin éxito y después de unos minutos (todos saben lo apurados que andan siempre estos sujetos) se fue cabizbajo y rezongando maldiciones.
el padre llamó a su hija por teléfono y la ubicó tomando café, solo llamaba para decirte que el electricista irá a tu casa hoy para poner cables varios y luego luz, pero no estaré, respondió la hija agitada, tu sabes, el café, oh sí, entonces nos vemos a las siete, allí coordinamos, para lo de la luz, tú sabes.
el niño buscó a su madre entre las texturas más cercanas, el niño camino la casa buscándola, el niño, recorrió los pasadizos y las habitaciones, el niño desanduvo los caminos de casa, volvió a sus oficios de niño, luego, después de un rato, el niño lloró, como todo niño.
la hermana llamó para coordinar horas y encontró a su hermana tomando café, sí, a las siete te he dicho, ya, ok, bye.
el esposo no llamó jamás.
otro jueves que no alumbra pensó ella, que no sale el sol, mientras se quitaba la blusa rojo naranja.
los cuerpos celestes no cumplen horario de oficina, no deben hacer crucigramas para llenar el tiempo hasta marcar la salida, los cuerpos celestes son libres, no porque abramos una ventana de hotel debemos encontrar al sol, los cuerpos celestes son libres de desnudarse cuando quieran, no podemos jugar con Marte y hacerlo tapiz, no podemos ver su equinoccio si a la luna no se le antoja.
aquel jueves nadie quiso, ni el sol de tarde, ni la luna pudorosa llena de nubes grises.
pese a todo hubo un cuerpo celeste que fue libre.
y posó su frente sobre mi frente pensando en el electricista, en el padre, en el niño, en la hermana, en el esposo, ya, ok, bye.
y posó sus manos cristalinas sobre mi cabeza redonda como piedra de río y la acarició pensando en el padre, en el niño, en la hermana, en el esposo, ya, ok, bye.
y posó sus labios sobre los míos con una pasión desbocada, con ganas sorbió mi aliento hasta llevárselo todo, ese todo enjugado en canciones que ambos nos susurramos mientras seguía besando y cantando y besando y acariciando, con sus manos en mi cabeza y su frente en la mía, pensando en el niño, en la hermana, en el esposo, ya, ok, bye.
arrebatada se arrancó la blusita rojo naranja, la estrujó y la tiró con una mezcla de rabia y ganas sobre la mesa, se quitó los pantalones de un tirón y se acurrucó a mi lado volviendo a la escena anterior, ella no es el niño, pero también lloró. besé sus preciosas lágrimas con dolor y con caricias que tenía guardadas (como debe ser con todo cuerpo celeste) ocho viejos años. mi desnudez, obscena por sobrealimentada y promiscua, no se dejó esperar.
y posó sus largas y delgadas piernas sobre las mías pensando en la hermana, en el esposo, ya, ok, bye.
jugamos, reímos, besamos, mordimos, cantamos, susurramos, acariciamos, dolimos como nunca o casi nunca y mientras besaba sus no tan redondos senos, de nuevas aureolas maternales (nuevas para mí) y miel de mostaza de siempre (esa que yo mismo descubrí), ella pensaba en su esposo, ya, ok, bye.
pero los cuerpos celestes se visten a veces de jueves, de pan, de pedazo, y tienen ganas de sexo furtivo y duro, ligero y tibio, los cuerpos celestes tienen ganas de sentirse amados por un ser igualitario, por lo menos en bríos y se desquician y se agitan y gimen si se sabe tocar, y se estiran si se sabe lamer, ella inventó el sol con trozos de sábanas, ella atrapó todo el aire de la tarde, ella encendió la jungla, la cremallera, la ropa, hizo hogueras con mi piel, ella abrió la felicidad y feliz, como nunca fui sin ella, me soñó entre sus sueños y su sueño era yo y yo fui real. Constelaciones de besos, tifones de amor sin amparo ni impermeables a mano.
no pensó por un momento en nada más, no pensó en nada ni en nadie.
brillante y entera, gozó y se dejó gozar.
otro jueves que no alumbra pensó ella, que no sale el sol.
y volvieron el electricista, el padre, la hermana, el niño y el esposo.
y volvió a su tarde gris y lloró, todavía esta joven (o no está tan vieja como creímos), lloró, sin ser el niño. Yo también lloré.
volvimos a un taxi, hablamos del clima y llegamos a casa.
yo te amo, le dije.
ya. ok. bye.

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