Este ciclo me abruma,
me mata y me revive,
cada una vuelta distinta
y absolutamente desconocida
para mi tempranez conquistadora.
Ellos, por una parte,
con su lógica madura,
con su razón intachable,
pero infeliz.
Ellas, copias mías,
objetos, palancas y obstáculos
de mi desarrollo rutinario,
materiales de forja que no olvidaré.
El, el que no falta en una historia,
perfecto que aprovecha mi corto recorrido,
que gasta sus años perfectos
en cosas que agradan, como yo,
razón tan completa como ilógica
para querer depender de él.
Todos los requisitos para refugiarme
en un pedazo de hoja, y crear...
por amor, por desesperación,
por seguir esta vida
sin sentidos insignificantes.