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Dulcinea

Cónyuge obligada al desamparo
y a la miel amarga de la alianza
que en tu dedo es una esposa,
cicatriz de tres soledades aceptadas
en la pasión reprimida de tus lágrimas
cuando inquieres la devolución
de una sonrisa.
 
Quejido eres
desde el trueno en tus fronteras,
alma en búsqueda
de las traviesas de tus fugas,
cándida en la entrega de peldaños,
obsesión con que golpeas
cada noche las estrellas.
 
Rasgas tus sedas soñando entregas
sobre campos llanos
para tus inventarios de lunas,
bajo los astros
arrimas rimas a tus ascuas,
viéndote señora de triste baja cama,
temerosa de los tejidos.
que tu verdad reiteran.
 
Con manos agitadas recreas el deseo.
 
Desde tu Nirvana de complejos
clamas por el olvido de la angustia,
parapetada entre tus musas
como puntal que debilite
los baluartes donde crujen
tus tablas doloridas.
 
En tu voz quiebran las rosas,
laureles secan por siempre
en tu frente de niña eterna,
pides renacer gritando
en las revueltas de la tristeza
de un rumor amoratado.
 
En tus vigilias suplicas ocultar
sombras en alforjas que rellenas
con piedra ajena,
remueves la incomprensión
que te recorre,
al leer entre tus noches de helado lecho,
las reseñas que los demás emiten,
resucitas lo sentido por tu tintero triste,
Dulcinea abandonada
de un Quijote imaginado..
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