Cargando...

El lago.

«...el espejo en que se miran
tu delirio y mi delirio».
García Lorca.

Espejo de movilidad superflua,
pero de reflejo imperante,
en ti mi vejez errante
y una muerte que se me adecúa.
Cuando toco tu piel diáfana
de matiz cristalina
—tristeza repentina—,
el tiempo me afana.
Ya escucho mi postrero gimoteo,
ya mi piel es polvo insufrido;
en el cenit de mi devaneo,
veo otro rostro, corrompido
por algún toque, solfeo.
El lago contiene mi último alarido.

Preferido o celebrado por...
Otras obras de Gonzalo Oto Sanders ...



Top