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Encuentros con Edgar Allan Poe

En teoría ninguna razón puede ser más irrazonable; pero, de hecho, no hay ninguna más fuerte. Para ciertos espíritus, en ciertas condiciones llega a ser absolutamente irresistible.
Edgar Allan Poe

Habiendo caído ya la noche, serena e inmóvil sobre mi apaciguado día, me lanzo a explorar otro cuento de Poe, con la esperanza casi falsa (porque nunca me ha fallado) de que me sorprenda con un mensaje directo, cómo aquella vez que durante la desesperación sobre mi tiempo para la entrega de un trabajo importante éste se agotaba mientras yo no avanzaba; ese día cada segundo era valioso, rechace múltiples y seductoras invitaciones porque debía ocuparme; no comí, ni siquiera me quería desvestir el traje que me acompaño durante el largo día, pues al día siguiente debería quedar listo el trabajo que tan incompleto se encontraba, pensaba yo antes de llegar a casa que cada minuto de esa noche, comprimida, iba a transcurrir en medio de mi esfuerzo por culminar la tarea, prescindí incluso de saludar a las personas que vivían cerca de mí, cada segundo se tornaba valioso y tormentoso, sin embargo me asalto la idea macabra de leer el primer párrafo de algún cuento cualquiera, para relajarme antes de empezar a trabajar.
Di con el párrafo de “El demonio de la perversidad”, fue como si el diablo mismo se hubiera acercado con una taza de café y una caja de cigarrillos. No paraba de fumar, mucho menos de leer, aquel día, recuerdo que tuve que gritar, solo la luna me escuchó y se descobijó de las nubes que la ocultaban, estaba amarilla en el horizonte, casi naranjada con un tamaño más grande de lo normal; me observaba por entre las hojas de un árbol que se tambaleaba con el viento que comenzaba a ponerse furioso, como mi corazón que no paraba de latir cada vez más fuerte, no entendía yo como era posible estar leyendo justo eso, y justo en ese momento mientras la luna que me había prometido no aparecerse durante la noche para dejarme avanzar, se hallaba ahí, cómplice y parecía sonreír con malicia aquel momento que me hacía golpear la pared, mirar el libro y no entender la vida, o más bien sentirla, para dejar de entender aquel estúpido compromiso bañado en pena de irme a trabajar, esa noche dormí en calma.

Pero ésta vez me he tropezado con “Ligeria” y me pregunto ¿Qué le pasa a este tipo?

¿Cómo es que ha sabido abordar mis rutas de navegación, para ponerme en frente torbellinos o calmarme el cauce? Parece que no soy el único que tiene que escribir para rescatar del fondo al ahogado recuerdo, me perturba aún más las similitudes que encuentro en sus recuerdos con los míos, identificando astros, en mi cielo favorito.

Ay! del recuerdo y sus repeticiones;
  ay! del olvido único e infinito!
  Inalcanzable roca que ha rodado precipicio abajo,
  ay! de nuestra incapacidad para tras ir tras ella.
Como en un sueño;
   me resbalo y cuando la alcanzo,
   Despierto,
   perdiéndola de nuevo.

"El metafísico y el lógico, más que el hombre que piensa o el que observa, se ponen a imaginar designios de Dios, a dictarle propósitos." Edgar Allan Poe.

Sus influencias en mi sentipensar son completamente pedagógicas.

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