Dialoga con MI boca, intercambia miradas con mi mente.
Me acomoda el pelo ese que seduce más de lo que imagino,
pues se acomodó la osadía en su rostro y lo dispuso a bailar un tango
con la compostura del que huele los piropos e ignora el sonido del rechazo.
Cubre todo de oro, volviéndolo todo más pesado, como el aire
dorado que nada por mi sangre y me recorre entero el cuerpo.