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Para decirle

Guardo un secreto
en el bolsillo de la espalda,
como cualquier otro.
El mío quise contarlo
cuando ella
tuviera los ojos dormidos,
cuando estuviera soñando bajo los párpados
que tenía siete vidas como los gatos.
Y así decirle
al día siguiente:
“Ayer te conté MI secreto,
pero no lo escuchaste”.

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