Pensamiento en una valija
Parecía una princesa indígena
con su altivez y pasión por lo pequeño
como ese jazmín que le di, que acomodó detrás de la oreja.
Se divertía desanudándome la garganta,
disfrutaba del caer de la noche
que iba aumentando el desafío de su juego.
Su risa, como la nieve
se acercaba a la mía de a poco
y se derritió al fin hasta hacerse seriedad.
Pero, ¿Qué le quita la templanza
a quien gobierna tierras y bosques?
Acaso el beso que siguió, de pie frente a nuestra amistad.
Ese beso cruzado de brazos
de ceño fruncido y esencia temblorosa
que llegó de forma impulsiva y novedosa
a enredar no sólo los dedos de nuestras manos,
sino también nuestras emociones aturdidas.
Su pelo, vuelo de las aves
escoltó la leve inclinación de su cabeza
que con ansiosa e inexplicable ilusión
fue sucedida por la curiosa pregunta:
¿Qué estás pensando?
Después, un pasaje a Gales en sus manos.
Viaje permanente que me concedió la respuesta a su pregunta
llevándose así mi pensamiento en una valija de cuero opaco,
ahogándolo entre sus libros predilectos y su ropa perfumada.
Préféré par...
