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La bruja del amor.

La noche me traga cada vez que no coincidimos, pero es que yo no soy un adivino.
 
Mis párpados se niegan a caer, son tan livianos como la pluma del que aprendió a graznar.
 
Mi ideas no paran de fluir; te quiero agarrar, abrazar, nunca dejarte ir, nuestras almas juntarlas y no dejarlas partir.
 
Pero igual hay confusión, me cuesta entender tu decisión, cada vez que al esgrima jugamos, tus puntos si raspan y no es simple pintura.
 
Triste quedo yo, abrumado también, pero si te vuelvo a ver mi ojos verdaderamente se convertirían en las dos mayores lumbreras,
 
De noche darían abrigo, de dia, luz y calor. Y a ti mi amor, claramente todo mi corazón, de donde siento, de donde vivo, de donde nacen todos mis suspiros.
 
Deja ya de ser así, deja de convertir lo simple en raíces de árboles caídos, lo nuestro en hojas secas de un bosque podrido.
 
Acércate a mí, la semilla tengo yo, la semilla tengo, la tengo yo, sólo tómala, llévatela y déjame hablar.
 
En la tierra de nuestro pantano, ya nada puede crecer, tu y yo andamos, pero casi siempre ignoramos.
 
En la tierra pantanosa y olorosa, la semilla has de sembrar, para que la vida pueda retornar.
 
Me siento bien, te sientes bien, mágico equilibrio al fin ha llegado, los dos hemos consumado.
 
De mi amor yo sólo sé que cambia, pero yo creo que ella me hechizó, pues es la bruja del amor.

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