Ciudad Ría
El atalaya del cerro Santa Ana
la ha visto agitarse entre el fuego
y el braceo de sus hijos hidalgos
que corajudos con cada arremetida
del infortunado destino
la han vuelto a erigir dándole
mas garbo y belleza coronándola
como la perla mas preciosa
de estos ignotos mares.
El olor de la ría
sube como en un vaho de aguardiente,
una especie de mate de cacao
bebida edulcórela de Quetzalcóatl
que electriza y mueve la acuarela
de los que llegan con el tren;
de los que vienen con
los Jacinto de aguas.
El muelle palpita
con el agitar de los remos
con la llegada de las barcazas
y balsas entroncadas
trayendo toda suerte de frutos y cargas.
Desde que el canto del gallo
trina anunciando el amanecer
la ría mueve a sus ciempiés
dejándose acariciar por los remos
en una especie de rasca, rasca
que agita sus aguas.
Es la ciudad ría
que conocí enclavada en el golfo
que ha ido enseñoreándose
hasta convertirse en la cosmopolita
de la América morena del sur.
La he recorrido adentrándome
por su mítica calle Numa Pompillo Llona
donde enclavados sus cañones
nos hablan de la gloria libertaria
de sus paisanos y ballesteros
que la defendieron de piratas y corsarios
de sarracenos y filibusteros
que llegaron a sus orillas.
El atalaya del cerro Santa Ana
la ha visto agitarse entre el fuego
y el braceo de sus hijos hidalgos
que corajudos con cada arremetida
del infortunado destino
la han vuelto a erigir dándole
mas garbo y belleza coronándola
como la perla mas preciosa
de estos ignotos mares.
Guayaquil como medusa
transparente de agua de ría
se metamorfosea de multicolores
aguas que danzan al ritmo
de los corazones de sus viandantes
que ensueñan sus amores
en las voces de sus cantores.
En sus calles alargadas como brazos
luminosos en las noches
acaricio su cabellera de luna y bizarros
frontispicios que se desdibujan
en el teatral fantasmagórico amanecer.
Medardo Ángel Silva, Julio Jaramillo,
Carlos Rubira Infante, Guayasamín, Tabare,
Theo Constante y muchos hidalgos
con pluma, pincel, cuerda y voz
han contado tu historia diáfana y metafórica
que siendo histórica
la han grabado en mi piel.
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