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Tus besos de sal

Desnudo tu cuerpo del yelmo pesado
del miedo, del letargo de la vida,
de los sobornos de besos que buscan exultantes
tu sexo sediento de gravidez y de nívea fuente.
Somos el hechizo nocturnal de la luna
y el vaho que escapa del aliento del mar.

A mi me gustan los besos de sal
que me das entre lagrimas. Son mas sinceros
y ciertos que las aguas del mar.
 
Y aunque no me gusta verte llorar
cuando lloras y me besas;
me dices que me quieres con esa amargura
de los que caemos en el hondo abismo.
 
Allí enamorada como un matapalos
envolvisteis toda tu sábila y degustasteis
el enjundioso sabor del amor amargo,
del que sabe ajenjo pero cura el alma.
 
Tú, en tu fecunda fe vas buceando,
buscando en las cenagosas aguas de mis ojos
la perla que furtiva quedo
en las cristalinas aguas de la caña molida.
 
Alzasteis tu copa y la mía
al fin el vino de la vida frente a nosotros;
exuberante, rojizo como la sangre de Cristo
lo bebimos todo hasta la embriaguez.
 
Desnudo tu cuerpo del yelmo pesado
del miedo, del letargo de la vida,
de los sobornos de besos que buscan exultantes
tu sexo sediento de gravidez y de nívea fuente.
Somos el hechizo nocturnal de la luna
y el vaho que escapa del aliento del mar.
 
Deja que abrace tus pechos
que mi piel se deshilache en tu lecho
que me quedé en surto en tus cabellos
que viaje hasta tu ombligo y atisbe
tú venusina desnudez.
 
He tomado el lirio como mi arma secreta
para allanar mi camino de regreso al polvo;
tú mi santo y seña, la mujer que desdeña
la suerte de mis sueños, el cáliz de mi receta,
no has tenido en tus manos mi contraseña.
 
Vuelvo a degustar tus besos de sal
ignominioso terruño de mar
agitándose en mi pecho y lecho
como voraz incendio en la noche.
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