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Olor a muerte

Huele a muerte la noche,
nauseabunda fragancia que recorre las calles
en busca de otra víctima inocente que cobrarse,
al cerrar los bares frecuentados por reprimidos frustrados
que solo encuentran sentido a su triste existencia
en el fondo de un vaso.
 
De puerta en puerta
va llamando la vieja dama,
inmersa en el cuerpo del asesino.
Disfrazada de viril cobarde deambula
buscando una vida que segar,
un alma de mujer a la que despojar de su identidad.
Un alma de mujer a la que solo le queda el consuelo,
por triste que suene,
de que se acerca el final.
Ya nunca más robarán su dignidad
mientras tiembla anulada como persona.
 
A flores huele la mañana,
aire denso casi imposible de respirar,
cargado de cínica hipocresía,
pasajera tristeza de obligada asistencia.
Tan solo por curiosidad,
por el morbo de disfrutar de un momento de melancolía
que tan pronto como viene,
se va sin dejar huella,
sin rechazo permanente,
solo actos de farsantes que condenan por presión social.
Actos rápidamente digeridos
dejando el estómago preparado para un nuevo festín,
para una nueva escabechina,
para un nuevo titular.
 
Pasa el día perfumado de luto,
reclamando un nuevo día.
Conforme va pasando,
va cambiando su esencia.
Se va suavizando poco a poco,
como la colonia barata en ropa vieja,
hasta desaparecer,
hasta estar asimilado el dolor.
Una puta pesadilla tan veraz
como irreal en apariencia.
 
Llegará el día siguiente,
el día de después,
con fuerte olor a olvido.
Viento fresco que respirar,
viento con el que alimentar la amnesia transitoria
que padece quien no quiere recordar,
quien mira hacia otro lado sabiendo que también sus manos,
de sangre están manchadas.
 
y...
...vuelve a asesinar el silencio.
 
 
(Error de Imprenta D-MNT)
Olor A MUERTE

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