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La duda ( le doute)

Todo resulta vacío, iluso
arrojado sin más al azar
arbitrariamente inconcluso
irrefutablemente banal.
 
 
Todo se envuelve con el aura
irresoluta y fatal de la duda
la mente suelta su locura
¿dónde hallar el Santo Grial?
 
 
Todo es un error brutal
desde el queso hasta la luna
es la gran crisis neural
del que duda, y duda, y duda.
 
 
Se agolpan los “y si”, los “pero”
los “no sé”, los “tal vez”, los “quizás”
agitan el ala de mi sombrero
en una gran batalla campal.
 
 
Y, así, llegan sin más:
 
 
La fatídica duda. La reduda.
La duda caramelizada mojada en salsa dudosa.
La duda esponjosa.
La duda diminuta. La dudita. La dudilla.
La duda bien puta.
La puta madre de la duda.
La duda en constante dilatación.
La archiduda. El dudón.
 
 
Seguiré dudando hasta de la misma duda
con una actitud siempre dubitativa.
 
Y así llegan, sin ton ni son:
 
La requeteduda repetitiva y resacosa.
La duda desastrosa.
La duda paralizante, parapléjica, esperpéntica,
patosa, perenne y pedante.
La duda virtual, astral, de transmisión sexual
e incluso existencial.
La enorme duda brutal.
 
Y cuando he terminado al fin de dudar,
llega entonces, súbita, estrepitosamente,
dejando la huella profunda de un mamut
( bestial, fronterizo, extranjero, enfermizo):
 
 
LE DOUTE

Doute: traducción al francés duda ( masculino)

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