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Un solo horizonte (Poema a los 18 montes )

Un solo horizonte

Mi cuerpo quedó tendido,
pude verme desde arriba,
en el tiempo suspendido
me desplazaba y subía…

Podía volar, lo juro;
una sensación de paz
me envolvía y muy seguro
inicié un peregrinar.

No sé cómo llegué a Horeb,
al llamado Sinaí
vi de lejos a Moisés,
con el hijo de David…

Resplandecientes lucían,
me encontraba  en el Tabor
con Pedro, Santiago y Juan
cuando el Maestro me habló:

Visita los otros montes,
para que puedas contar
que existe un solo horizonte
y  una sola es la verdad.

De allí llegué hasta el Olimpo,
la montaña de los doce,
pero no había ni un signo
que me hablara de los dioses.

De Grecia pasé hasta Armenia,
donde se encontraba el arca,
ese era el monte Ararat
el de Noé y de su barca.

Imaginé que las aguas
inundaban toda el área
y que Noé a mis espaldas
confiado en su Dios cantaba.

Subí al Olivos sin dudas,
sentí angustia vi traición,
cuando con un beso Judas
selló su condenación.

La angustia aún me invadía
me sentí muy solitario,
Jesús en la cruz moría,
ese era el monte Calvario.

De allí pasé al monte Athos
con sensación de misterio,
era un lugar sacrosanto,
con sus 20 monasterios.

El Kenya, nubes y hielo,
volcán, oración y viento,
el monte Kilimanjaro
para mi detuvo el tiempo.

Después fui a la ciudad bella
Abraham me llevó al Moriah,
donde cruz, luna y estrella    (1)
guardan la misma memoria.

En el Hemis ( Himalaya)
supe del antiguo escrito
y medité con el lama
sobre el amor infinito.

A Kailash viajé después,
una   montaña sagrada
donde los humanos pies
no han llegado a profanarla.

Luego me sentí  tranquilo
observé un cono perfecto,
era el Fuji un paraíso,
de paz, de fuerza, y silencio.

Teotihuacan, sol y cielo
y en el monte Alban hermano
aún se escucha el lamento
del azteca traicionado.

En un sueño muy hermoso,
arribé  al  viejo santuario,
un templo andino rocoso
el Machu Picchu sagrado.

Con la machi fui al Ñielol,       (2)
araucarias y canelo
donde tierra, luna y sol
conforman un solo cielo.

En el lugar del tormento
de los primeros cristianos,
Pedro con brazos abiertos
me espera en el Vaticano.

El  sueño terminó  en Roma
en un sublime jardín,                   (3)
con flores bellas y aromas
de  incienso, rosa  y jazmín.      (4)

(1) Cruz, luna y estrella: El poeta alude simbólicamente a Cristianos, Musulmanes y Judíos.
(2) Ñielol es el monte sagrado mapuche, el árbol sagrado es el canelo.
(3) Esta es una estrofa eminentemente simbólica aquí el jardín es el símbolo del orden cósmico, de la  conciencia y de los paraísos terrenales, el  incienso es la escala sagrada, el humo del perfume  que lleva  las oraciones hacia Dios, la rosa es símbolo de finalidad, de logro absoluto, de perfección, es el centro místico  y el jazmín para los cristianos es la flor que atrae la felicidad y la armonía.

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