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Prosa I

Que ironía saber que estamos en ciudades, tan distintas y complejas, tan indolentes y frías, tan distantes y aun así te siento tan cerca como el frío que en mi rostro dibuja helados montes y el escalofrió en este cuerpo.

Y se que no estarás al abrir la puerta de mi casa, con el cuerpo flexionado al esculpir los rostros del presente firmando el lienzo con tu nombre, apenas lúcido en los días frente a mi desfila el grueso de la sociedad, tantos rostros y ojos con los que se cruza la mirada reviviendo encuentros con los tuyos.

Tal vez te encuentre en el paseo de la mañana al sentir el viento entre los dedos y cerrar los ojos imaginando los círculos que forman tu cabello que se enredan en estas manos que agotadas del sentir sin textos buscan la roja cuna donde la rosa su color presume y el pétalo que cae sin dudarlo me guía donde la antigua diosa descansa a las puertas de la fuente.

Los corceles se apresuran sin jinete al encuentro del herrero que férreo en voluntad el incandescente hierro forja con la forma de la  palabra que el jinete pronuncia y los corceles aprecian para su desbocado vivir iniciar y terminar en el encuentro de su piel marcada por el ferrero herrero, apenas los labios intentan nombrar, citar y conmover al jinete que ya resignado abandona el control de los latires que en corceles se transforman.

Apenas el viento enajenado se lleva las notas del tierno coro que los ángeles entonan y del rosado verbo que una curva forma para su sonido emerger de lo profundo, para marcar los tiernos valles de la piel lunar que la convierten en el firmamento formando el paisaje que iluminan dos estrellas el mismo valle y al mismo verbo, atraviesan la piel y formas desnudando lo profundo, las manos llenas del agitado latir en viajeras se transforman recorriendo tus caminos.

Ligero el paso que aguarda lo sentires encontrándose en la misma ruta, no importan las ciudades, los kilómetros, no importa el día, los sueños y dolores que se sienten, lo más profundo de la distancia y el sentir es que reconozcamos que estamos más jodidos que afortunados, porque te miro sin mirarte, te siento sin tocarte, te escucho y es el viento, te huelo y es la vida, te quiero y es en serio.

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