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Teresa: 18

Con tus dedos marfileños ágilmente
          los bolillos revolvías;
los bolillos que traían a mi m, ente.
          entre negras antasíaS,
a los dedos descamado:, de la Intrusa,
          de la Muerte que el encaje
va tejiendo de la Vida, de la Musa
          que a la Historia da lenguaje.
«¿Quieres luego que aquí ponga—me dijiste
          nuestros nombres enlazados?»
y dejaron tus palabras dejo triste
          en tus labios agrietados.
Hoy de noche el cielo negro me parece
          por encima de tu huesa,
vivo encaje en que divina resplandece
          para siempre nuestra empresa.

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