¡Aquella tu honda inspiración enfe… Alzábase tu pecho —tal una ola—por amor del aire, y era entonces tu huelgo sollozo silencioso y recojido;
¿Por qué esos lirios que los hielo… ¿Por qué esas rosas a que agosta e… ¿Por qué esos pajarillos que sin v… se mueren en plumón? ¿Por qué derrocha el cielo tantas…
Yo callé y tú exclamaste: «¡Qué b… el hombre se pone que cede a les c… Avanzaba una nube de luto que en un breve instante nos tapó… Y del trueno estalló una centella,
«Sí, sí sí, sí...» Era el susurro… de agua que va a la mar, el canto del arroyo al sol tendido… letanía de amar... «Sí, sí, sí sí...» Y de tris labi…
Pronto irás también tú, corazón mí… a la cama de tierra dél reposo que nunca acaba; nos lo dice el fr… que ya te cerca; pronto el triste… del mundo dejarás.
¡Ay, este rosal regado con tinta, rosas de fuego que se sorbe el vie… Mi alma del gran misterio se halla… he de morir sin darla a nacimiento… Preñez de amor mi agonía prolonga
Este buitre voraz de ceño torvo que me devora las entrañas fiero y es mi único constante compañero labra mis penas con su pico corvo. El día en que le toque el postrer…
LXI Vuelve hacia atrás la vista, camin… verás lo que te queda de camino; desde el oriente de tu cuna el sin… ilumina tu marcha hacia adelante.
Fray Bernardino de Aguilar, profe… de la Murta jerónima, al regazo del claustro pasó, preso de amor, cantando en paz mi vida a… Al margen del afán de Barcelona
Con tus dedos marfileños ágilmente los bolillos revolvías; los bolillos que traían a mi m, en… entre negras antasíaS, a los dedos descamado:, de la Intr…
Tú no puedes morir aunque me muera tu eres, Teresa, mi parte inmortal… tú eres mi vida que viviendo esper… la estrella de mi flor breve y fat… «Y esa fui yo?—dirás—pues no sabía
Cuando te dió la tos, con el pañue… te tapaste la boca; y yo leí en tus ojos, en mi cielo, teda tu angustia loca. Me ocultaste las rosas de tu pecho…
Desde mi cielo a despedirme llegas fino orvallo que lentamente bañas los robledos que visten las montañ… de mi tierra, y los maíces de sus… Compadeciendo mi secura, riegas
Si tú y yo, Teresa mía, niíMa nos hubiéramos visto: nos hubiéramos muerto sin saberlo; no habríamos vivido. Tú sabes qué moriste, vida mía,
De fruta henchido el árbol de la v… yérguese enfrente al árbol de la c… lleno de flores de aromosa esencia por Dios á nuestros padres prohibi… Mas el provecho por el goce olvida