Hay un hombre que trasgrede la soledad del desierto, sentado acompaña al nuevo día y sus imprecisas formas, junto al hombre hay un camello mirando exactamente a la misma dirección y con el mismo rigor, la vigilia (dijo Borges) es cuadrifronte. En los ojos de la bestia de corazón caliente late un fulgor de gema, y cada latido de fulgor es lo mismo que un dardo; quien lo viera se vería a sí mismo, el hombre y el camello ignoran porque los destinos se han configurado de tal forma pero seguro cualquiera diría que el hombre bien pudo ser el camello y viceversa, algo que no se llama azar hoy los nivela en la anchura de ese mar encendido, ese epitafio de sufíes. El camello es lo mismo que el hombre o que tú o que yo ya que el individuo en su caso es toda la especie.

13 de abril.