Para que habré despertado a la madrugada, no dejaba de preguntarme hasta que salí del edificio, cruzo la calle sin mirar, mi mirada estaba fija hacia adelante, sin ningún objetivo, miraba todo pero a la vez nada, sordo por los gritos que habían colmado mi cabeza, seguían aturdiendo aun así habiéndome ido. hice dos cuadras cuando me tope con el parque, mis piernas estaban muy cansadas, como si esas dos cuadras hubieran sido kilómetros extensos, logro divisar un banco marrón entre tanto verde y colillas abandonadas. Me siento y sostengo mi hombro, en el trayecto de esas dos cuadras ardía mi brazo pero no le puse atención puesto que mis sentidos solo me proponían caminar. Mirando el piso veía como las ramas de los arboles ensombrecen la senda con la mortecina luz que daban los faros, como las nubes iban cubriendo el cielo, y el viento que las traía resecaba mis labios lastimados, como sobre mi mano escurría sangre y caían gotitas en mi pies mientras mi piyama azul mas se oscurecía, mas cálida dejaba la manga. Los arrancones y las sirenas lograban paulatinamente hacer reaccionar mi puño derecho que iba soltando despacio el cuchillo, hasta que mi mano logra abrirse dejándolo caer al césped. Ya los gritos en mi cabeza no son solo de mi mujer sino mas incesantes, mas reales como de una multitud y siento como se acercan, lentamente frente a mi, una luz me encandila totalmente pero tapo mi rostro con la mano buena, confundido entrecierro los ojos y noto a un policía apuntándome con un arma y una linterna, me grita e inmediatamente lo cayo con un shh!, no quería que despierte a mi hijita ni interrumpiera el sueño de mi esposa mientras yo revisaba su celular.